Las reacciones al clásico fueron de todo tipo y no eran para menos. Pensar que el Real Madrid hiciera tal recital estaba lejos de cualquier quiniela y es que Ancelotti demostró que por mucho que su equipo esté con el agua al cuello, siempre acaban respondiendo.
Llámenlo ADN, casta, garra o cualquier adjetivo cercano al éxtasis, pero todo esto responde a una petición: Real Madrid.
La lección del Real Madrid
No se entiende todavía de dónde sacan sus fuerzas estos chicos, cómo Modric a sus 37 años sigue regalándonos grandes tardes de fútbol de todo tipo, al igual que Benzema que parece haber resucitado como ya hizo Jesucristo en esta misma Semana Santa.
Son miles los atributos que se le pueden a hacer a toda la plantilla, y ahora ya no hay excusa que valga. Al barcelonismo solo le queda agachar la cabeza, hacer algo de autocrítica y aplaudir a su rival que ayer volvía a pasarles la mano por la cara.
No hay otra forma de entender el recital de anoche repleto de magia, de filigranas, de espectáculo, al fin y al cabo. Que Jota Jordi siguiera balbuceando excusas, peticiones o sugerencias ya no sirve.
El ridículo de Jota Jordi, una vez más
El tertuliano azulgrana aseguraba, de entre las pocas cosas que podía acogerse, que si el Barça hubiera contado con sus hombres habituales los: Pedri, Dembelé, De Jong o Christensen anoche, el partido hubiera sido distinto.
¿Pero y qué más dará eso? En el mismo encuentro de ida los propios azulgranas también consiguieron sacar una victoria con varias bajas de peso y entonces nadie dijo nada, porque no tocaba. Pero de la misma forma, la cara de la moneda valía para todos.
Habría que preguntarle a Xavi sus cambios tardíos hasta el minuto 60, su planteamiento de partido, el bajón que pegó su plantilla con el primer gol, la no presentación del FC. Barcelona en la segunda mitad, o incluso, el penalti de Kessié que fue completamente evitable de no haber metido el pie de aquella forma.
Los errores estrepitosos azulgranas
Pecaron de demasiadas cosas y a estos ya no les quedó cable para recoger. Se acogieron también a las decisiones arbitrales en las que requirieron varios penaltis por un hipotético e inexistente penalti a Lewandowski o unas manos de Alaba de las que eran protegidas por el reglamento, ya que este no se podía hacer invisible.
El Barça ayer lloraba y veía cómo se le iba la temporada de buenas a primeras. Los de Ancelotti, quizá llevaban tres derrotas consecutivas ante los culés, pero les bastaron cuarenta y cinco minutos para darles un golpe definitivo tras llevarse el duelo más importante de todos.
Nadie sabía cómo reaccionar y hasta el propio capitán culé, Sergi Roberto, reconocía sus errores garrafales de su equipo una vez tras otra, vista la retratada descomunal a la que se habían sometido.