El síndrome de Estocolmo es una experiencia psicológica que se daba entre rehenes y secuestradores, cuando sufrían paradójicamente un vínculo afectivo.
Esto es en palabras de Alfredo Duro el día a día que sucede con el entrenador culé, Xavi, con la afición y los periodistas en rueda de prensa. Parece que nadie se quiere dar cuenta del marrón en el que se está metiendo el Barça a manos de este técnico. Ya lo advertía Josep Pedrerol, para referirse a que lo verdaderamente importante es el cuándo y no el cómo. El conjunto azulgrana atraviesa una situación crítica, de modo que se le exigen resultados inmediatos. Merecen responder a corto plazo ya que el fútbol no tiene memoria.
Xavi ya no sabe dónde esconderse
Jugar con la etiqueta de ser un “grande”, es lo que tiene. Uno no puede esperar años a que estos funcione. El aficionado necesita resultados, tal y como le interesa al presidente que es quién lo puso y que su buen hacer, solo dependerá de si gana y no pierde. En el fútbol, como en cualquier otro deporte, lo más importante es ganar. Si se gana, la estadística es que se está jugando bien. En el caso de ser lo contrario, la plantilla ya caería por su propio peso. Situación que vive actualmente el barcelonismo cuando naufraga sin demora por Europa.
Alfredo Duro se sentía pletórico con su vuelta al programa. Este no podía esta más de acuerdo con las afirmaciones que había dado el presentador en el día de ayer. Todos hablan sobre esos 200 millones invertidos por el club y que no están ni dando resultado. ¿Qué necesita más el exjugador para que su equipo funcione? En el plató de “El Chiringuito” todos abordaban la cuestionable vara de medir que está utilizando la entidad culé con este entrenador. Porque es sabido que otro técnico con otro nombre, posiblemente ya lo habrían puesto de patitas a la calle. No tiene más.
El camino de la desolación de Xavi
Xavi viene de perderlo todo: ni Champions, Europa League, Liga, Copa del Rey, Supercopa...ha perdido todo el rédito futbolístico posible. Tiene mejor plantilla que algunos y aún así, este sigue empeñado en la filosofía del club. Los tiempos cambian: se necesita ser pragmático. No hay otra solución que valga. Sin resultados sobre el verde, no hay propuesta que convenza.
Se ha convertido en el niño consentido al que se lo dan todo, pero que no aprovecha nada. Mañana se puede dictaminar sentencia. Veremos con qué escenario sale. Su equipo puede jugar matemáticamente eliminado. Veremos entonces si lo que importa es el cómo jugar. Se les ha agotado el tiempo y todavía en el mes de octubre, ya se han borrado de la temporada. Lástima la de los aficionados que siguen imnotizados con esta dinámica. Han caído en la locura y parece ser un paciente crónico, ya que su estado no tiene pronóstico estable dentro de la gravedad.