Es uno de los debates que más controversia ha generado en los últimos días, el racismo en el fútbol español parece no haber desaparecido. Si bien parecía que los comentarios y cánticos racistas eran hechos aislados, cada vez está quedando más en evidencia que no. Esto se deriva de lo acontecido durante la semana pasada en torno al primer gran derbi madrileño de la temporada.
Vinicius Junior ha sido el principal protagonista de todo este debate, huelga decir que ha sido protagonista no como a él le hubiera gustado y menos en el papel de víctima. Las palabras de Pedro Bravo en el programa de El Chiringuito que dirige Josep Pedrerol fueron el detonante a una polémica que parece estar lejos de llegar a su fin.
Álvarez de Mon dejó claro que no basta con condenar la violencia en el Estadio si no que hay que erradicarla, cosa que aún no ha hecho el Atlético de Madrid. Y es que como muchos sabrán tanto el Real Madrid como el Fútbol Club Barcelona, de la mano de Florentino Pérez y Joan Laporta, tuvieron la valentía no solo de condenar al sector ultra de su estadio, también tuvieron la valentía de expulsarlos.
Famoso es el caso ya de Ultra Sur cuyo pase al estadio fue prohibido tras la despedida de José Mourinho del Bernabéu. Fue entonces cuando se apostó por una grada de animación sin tintes ideológicos más allá de los que ofrece el seguir un deporte. En cambio en el Atlético de Madrid no son capaces de echar a cierto grupo radical del estadio debido a las consecuencias que puede acarrear su prohibición.
Algo que por otro lado es difícil de comprender ya que son personas que no tienen en sus códigos el comportamiento ejemplar si no más bien el de dar la nota lanzando insultos desproporcionados al rival, incluso organizando peleas en las inmediaciones del estadio del Atlético de Madrid. Por ello Ramón Álvarez de Mon elevó el tono con respecto a este tema en medio de una polémica que tiene fácil solución.
Todo el mundo está de acuerdo en que imágenes como las que se dieron en el Metropolitano el pasado domingo no ayudan a la imagen de España en el exterior y sobre todo no ayuda a integrar a aquellas personas a quienes ofendían estos cánticos desafortunados. El hecho de no pedir disculpas por parte del club o hacerlo muy tarde es síntoma de que algo está fallando y es que cuando se antepone la rivalidad a la cohesión y a la fraternidad, características propias de cualquier deporte, se pierde el norte en una cuestión que debería unirnos en lugar de separarnos.