La resaca emocional de la conquista de la catorceava esta dejando muchas noticias curiosas. Más si cabe por el tremendo partido de algunos de los jugadores blancos. Si recordamos el partido, uno de los nombres de la final no fue otro que el del guardameta madridista, Thibaut Courtois.
El belga, en el punto de mira por sus declaraciones previa y post partido, se marcó unas estiradas y atajadas de ensueño. La parroquia blanca se encomendó a él ya que mantuvo al equipo en muchas fases del encuentro.
El muro imbatible
Los “reds” no encontraban la manera de traspasar la meta rival. La épica es mayor, si descubrimos que el portero no estaba al 100% porque según algunos medios, aseguraban que estaba resentido de unas molestias en el pubis.
Es su cuarto año en el club y desde la salida de Keylor Navas, se ha hecho con la titularidad absoluta. Nadie ha podido arrebatarle el puesto. Un jugador que ha ido creciendo temporada tras temporada. Es un valor seguro en el campo, un muro infranqueable.
Ya nadie duda de su pasado como atlético, como el mismo se encargaba de asegurar, pero si miramos con perspectiva esta historia, entenderemos muchas cosas y el porque a día de hoy defiende la portería blanca.
La intrahistoria que une a Courtois, Kepa y Zidane
Si rebobinamos la cinta atrás, veremos como la llegada a este equipo se debe a un relevo generacional en la plantilla. Una petición de la cúpula blanca, la gente más cercana a Florentino. Pero para hacer realidad la consecución de un fichaje se necesita, la aprobación de todos los estamentos del club.
La propuesta se hace en la ventana de fichajes de invierno. Momento en el que Zidane no considera oportuno cerrarlo. El motivo: no quiere desestabilizar a la plantilla. Confía en sus tres porteros: Keylor, Kiko Casilla y su hijo Luca.
Un portero del Athletic de Bilbao, rival en liga del Real Madrid, estaba sorprendiendo al mundo entero con su explosión como guardameta. Kepa Arrizabalaga era el propietario de la meta vasca. Su contrato expiraba por entonces y era la oportunidad ideal para incorporarlo en el club.
Según se dijo, pasó el reconocimiento médico y a punto estuvo de estampar la firma, si no hubiera sido por la insistencia del galo. El jugador también trató de forzar la situación con su club, y la cosa se acabó tensando demasiado. Era un guardameta con mucha proyección, tenía tan solo 24 años y pretendía ser el futuro cerrojo madridista y el de la selección española.
Cambio de rumbo en las negociaciones
Pero aquel fichaje no acabó de salir del todo bien. Encontrar a un portero de garantías es complicado, y al Real Madrid ya se le han frustrado varios. Recuerden el caso De Gea con el fax o el relatado de Kepa.
Con el vasco, se intentó hasta el final. Con la negativa del entrenador de traerlo en enero, se le propuso venir al término de la temporada. Una idea que no le encajaba del todo a Kepa. Momento en el que aprovecharon los dirigentes del Athletic para renovarlo y despedirse de una vez por todas, del sueño de jugar de blanco.
Él hubiera estado muy emocionado por jugar, pero las cosas no salieron del todo bien. Al verano siguiente, ese en el que tenía que llegar el del Athletic, acabó aterrizando otro portero completamente distinto, el héroe de Saint Denis, Thibaut Courtois.
La llegada del galáctico portero
Se vivió un baile de cromos increíble en las porterías aquel verano. El interés de incorporar a un portero nuevo en la plantilla era real. Con la negativa de Kepa, se trató de buscar a un nuevo candidato.
Con la vista puesta en otro joven prometedor, se encontró a Alisson Becker y su excelente temporada en la Roma. Aunque tampoco le salió bien. De modo que el objetivo final fue el de Courtois, que militaba en el Chelsea.
Este no puso ningún inconveniente y se mantuvo predispuesto para forzar su salida. Quién se acabó llevando a Kepa, fue el equipo de dónde procedía el belga. A base de pagar su clausula se lo llevaron a Inglaterra, donde ha perdido la titularidad y ahora es el portero suplente del equipo.
Mientras, Courtois ha conseguido ganar su primera Champions y varios títulos más vestido de blanco, a diferencia de otros como el antagonista de esta historia o incluso Alisson Becker, que vio como le ganaron la partida el sábado.