Thomas Gravensen o como cariñosamente lo llamaban sus compañeros de equipo en el Real Madrid, Tomy, fue uno de los tipos que más pasiones levantó en aquellos años galácticos y pavones. El futbolista danés llegó al club merengue después del pago de 3,4 millones de euros al Everton inglés, equipo con el que se destacó notablemente en aquella Premier League que nada se parece a la de ahora.
Aún hoy día son muchos los que siguen intentando encontrar una explicación lógica a la incorporación de Thomas Gravensen a la primera plantilla del Real Madrid. Pero no la van a encontrar en ningún lugar. A pesar de ello el futbolista estuvo una temporada y media y dejó imágenes imborrables como la famosa Gravensinha que casi le cuesta una rotura de ligamentos. Pero Tomy era un tipo duro, no se amilanaba, organizaba el centro del campo incluso daba órdenes a Zinedine Zidane.
Provocaba miedo en los rivales y risa en sus compañeros, famosa es la frase de "Zizou, Zizou" llamando la atención al francés para que cogiera su marca a la salida de un saque de esquina. Poco caso le hicieron sus compañeros pero él se sentía respetado y le mostraban cariño. Es de los pocos jugadores que no ha sido pitado por la afición blanca. Se debe a que hubiera sido capaz de coger a algún aficinado de la primera fila y darle una paliza.
Porque Tomy era un tipo duro, de los que podría salir en una película de Guy Ritchie o de Quentin Tarantino. El señor blanco le hubiera venido bien, pero Tomy tras dejar el fútbol no se dedicó ni a los banquillos ni al cine. Se fue a los Estados Unidos a vivir su propia película. Actualmente vive en Las Vegas donde se ha hecho multimillonario gracias a algunas empresas que maneja.
Pero si hay un deporte que no ve ni por la tele es el fútbol. Ahora se dedica a sus empresas y sobre todo a gastar el dinero en los casinos de Las Vegas, donde se pasa las horas en la ruleta o en una timba de póker, así era Thomas y así es. Cuatro millones de euros costó ver a uno de los futbolistas más singulares de la historia.