El fútbol tiene historias curiosas y bonitas que hacen que a los aficionados se nos derrita el corazón y demuestre a mucha gente que este deporte es mucho más que 22 tíos corriendo detrás de un balón.
Hoy, desde Planeta Real Madrid, te contaremos cómo el fútbol salvó la vida de un futbolista que es leyenda e hizo historia en el club de Chamartín. Hoy hablaremos de Raymond Kopa, futbolista del Real Madrid que estuvo tres temporadas en Concha Espina (1956-1959) y ganó tres Copas de Europa.
Kopa nació en Noeux-les-Mines, un pequeño pueblo minero de Francia. Contaba que su vida era un auténtico cuento de hadas. Tuvo una infancia muy feliz. A los 6 años, cuando iba camino de la escuela, ya iba dando patadas a todo ‘cacharro’ que se pareciera a una pelota de fútbol.
“Cuando acabé los estudios me tuve que poner a trabajar como minero, en una mina en la que también trabajó mi padre. Yo soy de los que piensan que el medio social influye decisivamente en el nacimiento de un futbolista. A mí el fútbol me permitió dejar la pesadilla de la mina cuando iba a cumplir los 18 años”, confesaba la leyenda francesa.
Su paso por el Angers, el Stade de Reims y su fichaje por el Real Madrid
Se dice que la mina creó al futbolista que luego llegó a ser Kopa. Cuando salió del infierno de la mina dijo: “Nunca volveré a bajar a una mina”. Y así fue. Tras abandonar el trabajo de minero, se dedicó por completo al fútbol, y eso le llevó a fichar por el Angers francés, de donde luego lo rescató el Stade de Reims, y posteriormente el Real Madrid.
“Nada más dejar de ser minero abandoné el pueblo porque me fichó el Angers, con el que jugué dos años en Segunda División. A los 21 llegué a Primera División con el Stade de Reims y en 1956 me contrató el Real Madrid. Son recuerdos inolvidables, pero… ¡cómo pasa el tiempo!", desvelaba Kopa.
Kopa estuvo tres temporadas en el Real Madrid, donde coincidió con la generación de Alfredo de Di Stéfano que logró ganar cinco Copas de Europa seguidas. Él conquistó las tres primeras, y llegó el mismo año que la Saeta Rubia, en 1956. Fue, además, Balón de Oro en 1956 y 1957, siendo así uno de los jugadores más importantes de la historia de Francia.