La vida da muchas vueltas. Ese el mensaje que debió pensar Kylian o el mismo Dembelé o cualquier chico con una infancia o pasado complicado. Los dos jugadores franceses, han ganado en su carrera la Copa del Mundo con su país. Un sueño que pocos futbolistas pueden alcanzar en su carrera.
Son títulos muy complicados de ganar debido a la complejidad del torneo: se disputa cada cuatro años, y debes ser seleccionado por tu país en una lista de 23 futbolistas. Los mejores para cada combinado.
Pero el fútbol esperaba a Mbappé, como lo espera también, el Real Madrid. El posible fichaje estrella del próximo verano, está viviendo sus últimos meses en París, la ciudad que le vio crecer y que tan duro fue para él en su niñez.
La vida pone en situaciones complejas a cada uno de nosotros. Con Mbappé, se cebó demasiado. Pero su constancia y dedicación por ser futbolista profesional de primer nivel le ayudaron a salir del paso. Pronto empezó a despuntar y a los 18 años, el jugador ya disfrutaba completamente de una vida diferente.
Los orígenes de Mbappé fueron algo convulsos
Como hemos contado alguna vez en Planeta Real Madrid, Mbappé creció en un suburbio del país vecino. En la capital francesa, tiene una gran extensión de territorio y acoge muchas barriadas en las que conviven muchas nacionalidades diferentes. Un sitio mal visto por los propios autóctonos. Una continua hipocresía del primer mundo.
En los suburbios como Bony o Evreux, no se vive igual que en el centro de París. La vida es mucho más complicada e incluso peligrosa. Pero sin duda, esos son los orígenes de Mbappé.
Algo que no podrá cambiar nunca. El joven no se arrepiente de ello y prueba de ello, es la conversación que tuvo con Dembelé, antes de debutar en el Mundial.
Los últimos metros para salir al terreno de juego, son claves para la concentración y arenga entre jugadores. Fue allí, en el túnel de vestuarios, cuando Mbappé, abrumado por el ruido en las gradas ante una marea de gente animándolos, se acordó de Bony.
Bony, siempre en el recuerdo
Era el barrio dónde había crecido. Su recuerdo era tan pasmoso, que ni él mismo se creía que estaba delante de toda esa gente. Posiblemente todos los aficionados habrían tenido una infancia más cómoda o fácil que la suya. Sin embargo, él se la tuvo que trabajar.
Pero aquel momento había merecido la pena. Estaba en el olimpo del fútbol, representando a su selección ante miles de franceses. Con el canto de la Marsellesa se le pusieron los pelos de punta.
Lo mismo le ocurrirá, cuando escuche el himno del Real Madrid. Es el jugador mejor tasado del momento y uno de los que más cobra en el mundo. De confirmarse su llegada a la casa blanca, podría duplicar todas esas cifras. Una cota imposible para cualquier chico de su edad que haya vivido en las mismas condiciones que él.