El actual delegado del Real Madrid, Chendo, lleva numerosos años ligado al club de sus amores. Un futbolista que tan solo ha jugado para el club de Chamartín. 17 temporadas en el primer equipo, demostrando ser un jugador eterno para el madridismo. Ocupaba la demarcación del lateral derecho y sin ser un jugador muy destacado cumplió siempre a rajatabla con lo que se le pedía.
La escalada de Chendo
Subió al primer equipo sin hacer mucho ruido, pero poco a poco fue demostrando que tenía el nivel suficiente para triunfar de blanco. 19 títulos en toda su trayectoria le abalan como uno de los jugadores más laureados del club.
En su palmarés cuenta con cerca de los 500 partidos como madridista. Está entre los 15 jugadores con más minutos como blanco, justo por detrás de Roberto Carlos, pero adelantando a jugadores como Amancio o Butragueño. Se retiró a los 36 años, los mismos que tiene Luka Modric actualmente.
Su experiencia en el primer equipo le brindó con la posibilidad de llevar el brazalete de capitán durante un tiempo. Aunque se recuerda más por el hecho de renunciar a él que por llevarlo.
La honradez de un auténtico líder
Dice mucho de un jugador, que su honradez con este equipo este por delante de cualquier cosa. El verdadero motivo por el que decidió renunciar a aquello, fue porque no se sentía del todo cómodo con él. No porque no sintiera el escudo, sino porque notaba que había jugadores de “La Quinta del Buitre” que parecía que tuvieran más peso en el vestuario.
Chendo no quería ser un obstáculo para nadie. De modo que, en una decisión que seguramente lamentó durante mucho tiempo, anunció que dejaba la capitanía. Reconocía que no se sentía con la confianza suficiente y con los plenos poderes para dirigir un vestuario de esas características.
El señorío del Real Madrid
Este hecho sucedía en la temporada de 1993 y para nada le rechazaría las opciones de jugar. La carrera del futbolista siguió ligada al club durante cuatro o cinco años más, al máximo nivel.
Su corazón era madridista, tanto que acabó ligado como delegado del club. Una personalidad envidiable, y numerosos modales le convierten en un emblema como madridista. Jugadores como él, entendían el sentimiento blanco. Sabían perfectamente que el escudo iba por delante de cualquier cosa.
Canterano de cuna, supo echarse a un lado y jugar sin presión para encajar con orgullo el hecho de jugar en el Real Madrid. El delegado, ha vivido numerosas etapas en el Bernabéu, tanto dentro como fuera del verde. Un ejemplo para ser un buen merengue.