Tras la victoria del Real Madrid en la Supercopa de Europa ante el Eintracht de Frankfurt (2-0), Florentino Pérez atendió a los medios de comunicación para mostrar su felicidad por este nuevo título conseguido por la plantilla de Carlo Ancelotti. El presidente madridista también aseguró que, ahora mismo, no contemplan ningún otro fichaje antes de que finalice el mercado de verano.
No obstante, los rumores sobre la posibilidad de que el club blanco acometa la incorporación de un delantero centro para ser el suplente de Karim Benzema no cesan. En las últimas semanas han surgido nombres como los de Edinson Cavani (afirmó que quiere jugar en España), Armando Broja, Edwin Dzeko, Benjamin Sesko y Raúl de Tomás.
Este último estaría encantado de regresar al Real Madrid, ya que es canterano del club. Sin embargo, también desea disputar el Mundial de Qatar, por lo que necesitará minutos para que Luis Enrique decida llevárselo. Y esos minutos, en el Real Madrid, no los tendría ni mucho menos asegurado.
Los difíciles comienzos de RDT y la mano de Míchel
El canterano de La Fábrica tuvo una infancia bastante dura y complicada. Su historia comienza, precisamente, el día en el que le cogió Míchel, quien era entonces el director de la cantera del Real Madrid, y se fue a hablar con sus padres. Raúl de Tomás había entrado en La Fábrica con tan solo 8 años, y empezó en la categoría alevín. Pero, al parecer, era un desastre. Un niño que, con 13 años, se estaba echando a perder y tenía “muy malas compañías”, según contaban.
Míchel decidió enderezar su camino y aconsejó a sus padres que le inscribieran en colegio SEK, que tiene el club para los chavales que vivían fuera de la capital. Era una medida para dejarlo internado, no desviarse y echar a perder todo el potencial futbolístico que decían tener los entrenadores de la cantera blanca.
Su padre, Raúl de Tomás Brasero, fue también futbolista y llegó a jugar en varios equipos de la Segunda División B. Por aquel entonces era una época complicada en el fútbol modesto. Se ganaba poco dinero y eran frecuentes los impagos a los jugadores. El padre hizo muchos sacrificios, conoció desde dentro las dificultades para hacer una carrera, ascender y no desaprovechar las oportunidades.
Su hijo tenía que entrar en ese internado y olvidarse de la vida descontrolada que llevaba en el barrio. El padre y la madre, de origen dominicano, educaron a Raúl y su hermano Rubén en los valores del esfuerzo y la humildad. “Cuando se pasa mal, siempre se crece. Por eso Raúl ha madurado mucho. Le decía: 'No pienses nunca que has llegado a tu techo. Es la mejor manera de alcanzar las grandes metas”, manifestó el padre a la Agencia EFE cuando fichó por los el Espanyol.