El partido avanzaba cómodamente para un Real Madrid que intentaba hacerse fuerte en la adversidad a pesar de la fortaleza del Cádiz.
Los jugadores gaditanos trataban de paliar la derrota que se les venía encima a base de palos, y estos no escaseaban. Tal y cómo sucedió en la primera vuelta, los amarillos trataron de frenar el golpe a base de palos.
El excesivo castigo merengue
A domicilio y en su propia casa, estos se hicieron más fuertes y encontraron en Camavinga un blanco fácil.
El mediocentro, que lleva haciendo una fantástica temporada, ha sabido adaptarse a todo lo que le pide su técnico, pero si algo hay que no puede paliar son las tremendas patadas que le dan los rivales. Esto ya ha venido para quedarse y casi como algo costumbrista, los rivales pegan y de qué manera al madridista.
El colegiado esta vez no lo vio, ni apenas le sacó tarjeta al rival, pero de haberlo cazado al francés pudo hacerle mucho daño más allá de castigar dicha acción con alguna que otra tarjeta. Por eso sorprende ver el trato que se le da a todo un Real Madrid mientras a los otros se les blanquea de mala manera.
La persecución que vive el madridismo
Injusticia tras injusticia, la Liga es eso que pasa de forma impune en contra del madridismo. Esta vez no ocurrió nada, pero si de llegar a impactar con Camavinga, al chico le podrían haber apeado hasta final de temporada.
Sin duda, una entrada fea y con ánimo de hace daño. Nada a favor del reglamento a pesar de la victoria que ya se llevaba el madridismo a esas alturas.