Aunque parezca que no, el fútbol tiene memoria. No se puede vivir del pasado, pero en la retina de los jugadores algo pasa temporada tras temporada y eso tiene la sencilla explicación de que los años no pasan en balde.
Luka Modric a sus 37 años, salía el otro día en rueda de prensa con un mensaje claro: el croata reconoce estar volviendo a su mejor versión. Este valoraba algunos aspectos de la temporada y reconocía con su nobleza absoluta, que un Balón de Oro también se puede equivocar.
La lección del mediocentro balcánico
Este hablaba sobre su aspecto físico tras el Mundial de Qatar. La competición internacional ha roto sin duda el ritmo de muchos jugadores que si antes estaban concentrados en prepararse a consciencia, ahora muchos sufren las consecuencias del desgaste físico.
El balcánico era más se los segundos y es que en rueda de prensa antes de medirse al Liverpool afirmaba que se dejó llevar por los colores que lleva en el pecho. A su vuelta del país árabe, este consideró oportuno seguir jugando sin apenas descanso, pero no tuvo en cuenta su aspecto físico.
A sus 37 años, uno debe moderarse sino quiere morir ahogado en la orilla. El corazón le pedía jugar y la cabeza parar, esa era la eterna contradicción que le persiguió durante estos primeros meses del año.
Ancelotti le propuso jugar y el amor del croata por este club, es mayor a sus esfuerzos así que apostó por continuar cargándose un plan específico que le esperaba.
La propuesta de Luka Modric
La responsabilidad es de cada jugador, y Luka no quiso escuchar recomendaciones, pero su categoría de genio le hizo entrar en sus cabales y detenerse a las primeras de cambio. Necesitaba un ligero descanso, un objetivo que a ido consiguiendo con el paso de las semanas.
El Modric de ahora, no era el mismo que el de principios de enero. Ahora el mediocentro vuelve a estar de vuelta y en partidos como ante el Liverpool lo demostraba. Mañana es posible que se tome un respiro, aunque con Ancelotti todo puede pasar: Modric ya está de vuelta.