Hay entrenadores que se desgañitan dando órdenes a sus futbolistas. Las ruedas de prensa posteriores son un drama y el técnico acaba pagando la frustración y los nervios del partido. Con el estadio abrumando numerosos gritos, pitidos y cánticos, a veces es tarea complicada entenderse con lo que se dice desde el banquillo.
Por muchos gestos que se hagan, hemos visto jugadores que no han podido prestar atención a sus técnicos. En su defecto, el mensaje ha ido corriendo de jugador a jugador, como si se tratara del juego del teléfono.
Los métodos de los entrenadores para comunicarse con los suyos
Muchos entrenadores han aprovechado la ventana de cambios, para dar todas las órdenes necesarias al jugador que entra y así ahorrarse la faena. Pero en un partido hemos visto muchas cosas.
Al Real Madrid, le cayó una sanción hace unos años en un partido de Champions, por transmitir una orden de Mourinho en un papelito y provocar una serie de desencadenantes como las expulsiones provocadas.
La normativa de la UEFA impedía que un suplente pudiera desplazarse por el terreno de juego a excepción del área técnica o la banda para calentar. La sanción fue tanto para el club, como para el portugués y los respectivos jugadores.
Aquello no fue lo único que se ha visto sobre un terreno de juego. En la época en la que el banquillo madridista lo dirigía Luxemburgo, se dio un caso único y perplejo que jamás te hubieras imaginado.
Luxemburgo innovó en el fútbol
Con motivo de la celebración del Trofeo Santiago Bernabéu, el técnico probó un innovador recurso para comunicarse con sus jugadores. El rival era la selección de la MLS, pero era el encuentro ideal para hacer dicha prueba.
La picaresca del brasileño fue introducir un pinganillo en el terreno de juego. Como si se trataran de agentes secretos, se pretendió introducir aquella herramienta poco explotada en los deportes, pero sin éxito.
Ese dispositivo lo llevaría uno de sus jugadores que se encargaría de dar las órdenes a sus compañeros. El encargado de hacerlo fue Raúl. El resultado del partido, un 5-0 a favor, no fue lo más trascendental de aquella tarde en el Bernabéu.
La picaresca de Luxemburgo
A expensas de no estar prohibido, lo que estaba claro es que nadie lo había utilizado hasta entonces. Sin embargo, aquella prueba salió mal y Luxemburgo tampoco lo volvió a probar en ningún otro partido.
El hecho de llevar un aparato de esas características, con el transcurso del juego en marcha, suponemos que era de lo más incómodo.
El entrenador tan solo estuvo una temporada en el club, y fue una temporada mala para el equipo. Un año en blanco que condenó las inspiraciones del técnico brasileño en Chamartín. Una anécdota quedará para el recuerdo.