El Real Madrid venció el viernes pasado en Mestalla al Valencia (1-2) y se colocó líder de la Liga, empezando 2025 de la mejor manera posible. Pero el triunfo en territorio ché no estuvo exento de polémica, más bien todo lo contrario.
La victoria llegó en unas circunstancias muy adversas, puesto que a diez minutos del final el Madrid perdía y sufría la expulsión de Vinicius Junior, que vio la cartulina roja al propinar un golpe en la nuca a Stole Dimitrievski. El meta del Valencia había provocado a Vini antes, empujándole por la espalda.
No obstante, esta última jugada no se vio curiosamente en el VAR ni la tuvieron en cuenta los integrantes del colectivo arbitral. El colegiado de campo, César Soto Grado, no tuvo dudas en expulsar del terreno de juego a Vinicius.
El ‘7’ del Madrid se enfrenta ahora a una sanción que puede ir desde los dos partidos hasta los 12, un despropósito en toda regla. La desproporcionalidad es tan exagerada que en el Madrid cunde cierto pánico, sobre todo porque entienden que al brasileño se le tienen ganas.
El conjunto blanco ya anunció que recurriría cualquier tipo de castigo. Carlo Ancelotti, en la rueda de prensa posterior al choque, manifestó que, en todo caso, se trataba de una cartulina amarilla.
Una premonición
Vinicius, sabedor de que visitaba un Mestalla que siempre le ha buscado las cosquillas, volvía a Valencia después de que, durante la gota fría que afectó a varias zonas de España, entre ellas el Levante -por eso se suspendió el encuentro entre el Valencia y el Madrid de noviembre-, liderara una iniciativa del vestuario merengue para realizar una importante donación económica.
Pero ni por ésas. La grada valencianista vejó e insultó a Vini con saña e intensidad durante todo el partido hasta que, en efecto, lograron el resultado deseado, siempre contando con la colaboración activa de uno de los suyos, Dimitrievski.
Algo ya debió de notar Vini en el ambiente, ya que al descanso lo habló con sus compañeros en el vestuario, según ha informado ‘Marca’. “Estoy superado, hay mucha tensión”, habría llegado a decir el futbolista, que escuchó de manera constante los intolerables cánticos de “balón de playa” y vivió un infierno que, por desgracia, también se trasladó al aspecto arbitral.