El Real Madrid ha abarcado, en los últimos años, fichajes jóvenes y de precio razonable, en una política ya muy marcada en la dirección ejecutiva del club, que dirige con mano de hierro José Ángel Sánchez, teniendo siempre la colaboración de Juni Calafat, que ejerce como jefe del equipo de Captación de nuevas promesas.
Una de estas recientes incorporaciones fue Brahim Díaz, que llegó al Madrid el el mercado invernal del año 2019. El futbolista provenía del Manchester City, que le había fichado del Málaga, pero no tenía los minutos que él deseaba en el equipo que entrenaba -y entrena- Pep Guardiola. El Madrid, consciente del potencial del joven, que entonces tenía 19 años, no tardó ni un segundo y pagó por él una cantidad cercana a los 20 millones de euros.
Brahim estuvo dos temporadas, pero sin mucho peso. El Madrid decidió entonces cederle, durante tres campañas, al Milan, recuperándolo el pasado verano. Fue una pieza esencial para Carlo Ancelotti, sobre todo saliendo del banquillo, convirtiéndose en un auténtico revulsivo que ofrecía frescura y velocidad por las bandas y la zona de tres cuartos. Y, además, es un jugador muy querido y valorado en el vestuario.
Actitud perfecta
Según adelanta ‘OkDiario’, el entorno del malagueño se siente “tranquilo” y, desde luego, no hay motivos para lo contrario. Las recientes lesiones que acumula el equipo podrían provocar numerosos cambios en futuros partidos, siendo Brahim una de estas piezas y pudiendo entrar en las alineaciones iniciales.
“Une a todos en el vestuario”, señalan las fuentes consultadas por el diario digital de Eduardo Inda cuando son preguntadas por el internacional marroquí, que siempre tiene una actitud positiva y sirve como elemento de unión dentro del vestuario. Brahim habla inglés, lo que le permite comunicarse con fluidez con el grueso de la plantilla que tiene dificultades con el español (Bellingham, Güler…) y, al mismo, tiempo le sirve para ejercer de traductor.