La rivalidad te hace más fuerte. Esa es la frase que se aplicó Juanito, la leyenda blanca por excelencia. El jugador vivió una de las épocas más convulsas entre FC. Barcelona y Real Madrid durante muchos años.
Los duelos entre los dos equipos se convirtieron en un espectáculo constante. La rivalidad era muy agresiva y entre los equipos se tenían mucho respeto. Numerosas ocasiones se enfrentaron uno y otro equipo.
Las visitas a tierra hostil, eran las más esperadas por la afición rival. Tanto de un lado como del otro. En el autobús de camino al estadio, es dónde el “7” blanco se convirtió en más madridista si cabe.
Mentalidad ganadora: el ADN blanco
El ambiente que se contagiaba en los aledaños de los estadios, era el aliento que necesitaban los jugadores para salir lo más enchufados posible al estadio. Como si de perros de presa se tratara, era la fórmula perfecta para convencerse de que podían ganar cada partido. Tener esa hambre de revancha, de sentirse superior y hacer enfadar a la grada continuamente.
Juanito sabía leer muy bien los partidos, de ahí que se ganó por su propia cuenta, el nombre del “hombre de las remontadas”. Era lo que necesitaba el equipo en cada encuentro. Sabía manejar muy bien la presión, controlando su cabeza como un templo.
Ya le podían abuchear que el jugador, seguía sorprendiendo a cualquiera. De ahí a su famoso cántico “illa, illa, illa, Juanito, maravilla”. Siempre recordó que eso era el espíritu blanco.
Lo que había aprendido de sus predecesores y que le habían enseñado a ir fuerte, a morder las ilusiones del rival y a contestar con dureza a cada acción del contrario. Se trataba de ser más fuerte que el resto y de poder ser respetado por todos aquellos que le rodearan.
El poderío blanco: fútbol de leyenda generación
Esto es ser del Real Madrid. No rendirse nunca. Luchar hasta el final, enseñar los dientes a tu rival más feroz. No existe el miedo. Esa camiseta blanca, debía brillar como una auténtica estrella en todos los estadios que pisaran.
El mismo ejercicio que le enseñaron a él, trató de trasladárselo a los jóvenes del vestuario. Así sucesivamente hasta el día de hoy. Por ello nadie lo puede entender. La épica de poder contar con un grupo humano de jugadores con los que se ganaron muchos títulos fue lo mejor que le pudo ocurrir a Juanito.
Sin embargo, la humildad y la entereza de un jugador como él, solo podía presagiar buenas obras. Siempre reconoció que su actitud sobre el verde, le sirvió de mucho en tareas deportivas, aunque se ganó muchos enemigos en la parte humana, ya que le tacharon de jugador conflictivo.
El madridismo siempre estará de su parte. Su recuerdo será inolvidable.