Los verdaderos dueños del Atlético de Madrid volvieron a recordar al mundo del fútbol quién manda en el club colchonero. Ni Gil Marín ni Enrique Cerezo, tampoco los jugadores o el propio Diego Pablo Simeone. Los radicales son los que más poder tienen en la institución colchonera. Mandan y ordenan. Tienen su santuario en las entrañas del Metropolitano y un altar en el fondo sur desde donde dicen animar a su equipo.
Ayer, los enmascarados la volvieron a preparar. Lanzaron objetos de todo tipo al terreno de juego e insultaron a todos los futbolistas del equipo rival. Una actuación que ha sido vista por el mundo entero y que merece su correspondiente y dura sanción.
LA OPINIÓN DE ÁLVARO BENITO
Álvaro Benito, ex jugador del Real Madrid y uno de los mejores comentaristas de fútbol en la actualidad, habló sobre lo sucedido en el Cívitas Metropolitano en el post del partido.
El comunicador quiso dejar claro que estos comportamientos son de otro siglo y que merecen una dura sanción: "El extremo en el fútbol de élite, y no tardaremos en verlo, serán entradas nominativas, cámaras en los estadios... y la persona que provoque o profiera insultos será identificado. Es la única manera de solucionarlo".
"¿Qué es eso de ir a un recinto deportivo a insultar? Lo hemos asumido como normal, cuando en otros deportes se lo llevarían detenido'', afirmó Álvaro Benito. "Tú vas a un campo de tenis a insultar a un jugador y te llevan detenido", explicó. Además, Juanma Castaño también apoyó a su compañero con otro ejemplo: "Tú imaginate que vas al Open de España de golf. Va Jon Rahm a batear y alguien le insulta. Se va detenido", finalizó.
PARECEN INTOCABLES
Nadie se atreve a tocar a un grupo de radicales que odian profundamente al Real Madrid. Los protocolos de LaLiga se lo pusieron fácil al árbitro Busquets Ferrer, primer aviso por megafonía y suspensión del partido con los jugadores a los vestuarios.
En medio de la batalla y con el gol de Éder Militao en el marcador, puede entenderse que Koke y Simeone fueran a ese fondo a pedir calma tras los comportamientos de esa zona con Thibaut Courtois. Menos se puede justificar que el capitán y Giménez se acercaran cara a cara a varios encapuchados para hablar con ellos, pero nadie puede entender lo que sucedió después.