La mujer de Luka Modric creció en Kutina, una ciudad situada a unos ochenta kilómetros de Zagreb donde su padre Milan Bosnic, jugaba el baloncesto y era dueño de un restaurante.
Vanja creció en una familia adinerada y viajaban a menudo por el mundo.
Incluso tuvieron la oportunidad de asistir a los Juegos Olímpicos de invierno de Sarajevo en 1984.
Al cumplir los once años su vida terminó de manera abrupta por el divorcio de sus padres.
Su madre decidió mudarse a Zagreb y se la llevó con ella, en donde también vivían sus abuelos.
La triste historia de su familia
Estuvieron en un piso en Ravnice con sus abuelos hasta que su madre encontró una casa.
Durante los seis primeros meses, su madre tenía que viajar es diario hasta Kutina, en donde impartía clases en un instituto después encontró trabajo en Zagreb y decidió alquilar un piso.
Al principio Vanja sentía el peso del gran cambio que había dado su vida por los problemas económicos que arrastraba su madre desde el divorcio.
Poco a poco comprendió que su familia no volvería a estar junta y echaba de menos a su padre.
A Luka Modric le conmovió la tristeza con la que hablaba su mujer de su padre, más aún cuando a los trece años tuvo que dejar de tener contacto con él, porque comprendió que no la quería.