En un principio decían que Thibaut Courtois había nacido para ser futbolistas sino para jugador de voleibol ya que de niño como el mismo admite era torpe y bastante distraído.
Una anécdota del belga, bastante curiosa tuvo lugar en clases de educación física cuando admitió que había 'pensado demasiado' durante una voltereta hacia delante, que terminó dándole a su maestro, confirmando de esta forma que la gimnasia nunca había sido lo suficiente.
Una infancia bastante accidentada
Los accidentes fueron un tema bastante común a lo largo de su infancia más de una vez su madre tuvo que llevarlo al hospital en coche por lesiones sufridas.
Se rompió el hueso del tobillo, se le quedó un dedo atascado el manillar en la ingle y una herida abierta en la cabeza después de chocar con una silla, vamos que su vida no fue para nada aburrida.
Sus padres ambos jugadores profesionales de voleibol querían dejar libre a su hijo acerca de qué deporte le gustaría practicar.
Estuve un tiempo acudiendo a los partidos de voleibol, pero el joven Courtois se dio cuenta de que de lo que quería era concentrarse, sin lugar a dudas era en el fútbol y eso fue a la edad de cinco años.