Porta da Rosa es una de las favelas más peligrosas de Sao Gonçalo, municipio de Río de Janeiro, repleta de casas en villas sin ningún otro detalle que no sea estrictamente necesario. Un barrio repleto de iglesias evangélicas, en un entorno muy peligroso donde el tráfico de drogas y armas no permiten a las familias llevar una vida normal. Entre delincuencia y lucha por sobrevivir, el madridista tenía una ilusión, poder llegar a ser uno de los mejores jugadores de fútbol del mundo y con mucho esfuerzo lo consiguió.
De padres y origen humilde
Su padre Vinicius era técnico de cable y se apañaba trabajando lo máximo posible para mantener a sus hijos y a su mujer Fernanda, hasta que Vinicius cumplió cinco años y empezó a jugar en una una de las escuelas de fútbol, que el Flamengo tiene repartidas por Brasil.
Sus padres lo definen como un niño al que solamente le gustaba jugar al fútbol, con una capacidad muy superior al resto y muy trabajador, dedicado y comprometido. A pesar de ser muy tímido e introvertido, dentro del campo se transformaba.
A los diez años, pasó a formar parte del Flamengo, pero su casa estaba a setenta y tres kilómetros del lugar en donde tenía que entrenar. A los catorce años un primo de su padre, Ulysses, le ofreció que se fuera a vivir con él y su mujer Tatiana a un barrio de la zona norte del Río de Janeiro, más próximo al centro de entrenamiento algo que hizo que Vinicius trasladase para poder estar más cerca del lugar donde comenzó como futbolista y poder cumplir su sueño algún día.