El Bernabéu volvía a llenarse para otro escenario de Champions. Era la tercera jornada de la fase de grupos y una victoria certificaba con las dos victorias anteriores el pase a la siguiente ronda. Emparejados en un grupo con Celtic, Shakhtar y Leizpig, continúan primeros del grupo F apenas sin despeinarse. A pesar que ayer ganaron con cierta soltura, pecaron por confiar demasiado y acabaron hasta sufriendo.
Pero el Real Madrid es mucho más que eso, y de haber apretado el acelerador podrían haber caído unos cuantos goles más. El estadio estaba repleto. Una temperatura ideal y un escenario como la competición fetiche del club para que los aficionados pudieran disfrutar de un magnífico espectáculo.
La familia Zidane crece
Allí entre el graderío de la gente había una invitada muy especial. Parte de la familia Zidane estuvo anoche presenciando la victoria del equipo. Los tres hijos del ex entrenador pasaron una velada estupenda con sus respectivas parejas y hasta la recién nacida disfrutó de su primera noche como merengue. Es la primera hija de Enzo Zidane y Karen Gonçalves. La mujer rubia que aparece al lado de Luca, el otro hermano.
Desconocemos si el primogénito de la saga, estaba también presente, aunque no aparece en la foto. Pero parece que la pequeña Sia, no se olvidaba de él. En una fotografía que corre por redes se ha visto como ya la habían vestido con la indumentaria adecuada para el partido.
La equipación de esta temporada, blanca impoluta con el cinco a la espalda de su padre. Un número para la historia y que tantas veces vistió su abuelo para llevar al equipo a lo más alto. El gol de la novena ante el Leverkusen o sus regates imposibles y su visión de juego al alcance de unos pocos.
El madridismo que todos respiran
Siempre tuvo el fútbol en las venas, tanto que sus propios hijos también se han dedicado a ello. Parece que estos han tenido menos suerte, pero siempre quisieron seguir el camino de su padre. Una familia unida por el futbol. Tras la desvinculación del técnico en su segunda etapa, parecía que ya no se les vería mucho por el estadio. Pero, todo lo contrario.
Su madridismo en vena ha permitido seguir una tradición familiar que parece que será eterna. Debutó con victoria: un buen presagio para empezar una nueva era. El madridismo ya tiene una abonada más para ver todos los partidos. Lástima que no le diera tiempo de ver a su padre, a su tío o su abuelo sobre el verde. La familia merengue crece. Es un sentimiento que se lleva en el ADN. No hay forma de entenderlo, es una cosa que se debe vivir. Debe surgir la magia, el coraje, la valentía que respira ese escudo brillante.
El feudo blanco es el lugar de culto para su parroquia. La comunión de cada fin de semana es multitudinaria y cada vez son más los que creen en la travesía de este equipo. La temporada ha arrancado mejor que nunca y el club puede seguir haciendo historia.