Karim Benzema creció en Bron, uno de los modestos municipios del estadio de Lyon, una localidad de cuarenta mil habitantes en donde la tasa de paro es muy superior a la media en Lyon. Vivió en Terraillon, un barrio repleto de edificios deteriorados y viviendas en donde la delincuencia juvenil fue una lacra en la década de 1990.
Allí fue donde pasó los primeros ocho años de su vida. Trabó amistad con los de nadie, unos vecinos que también tenían un hijo llamado Karim. Los niños jugaban en las calles que admiraban a los mayores que se paseaban en coches deportivos alemanes y se identificaban con el ídolo del hip hop de los años 90 Tupac Shakur o el boxeador Mike Tyson. Aunque lo que siempre prefirió Karim Benzema fue darle patadas a un balón.
También le encantaban las motos
Su madre Malika cuenta que desde muy pequeño quería jugar al fútbol, que hacía tanto ruido en el apartamento que tuvo que comprarle un balón de goma espuma. Aunque, otra de sus grandes pasiones también son las motos.
Con siete u ocho años, Karim aún no soñaba con ser futbolista, más bien piloto de motociclismo. Hizo sus pinitos por las calles del barrio con una Yamaha PW50, aunque finalmente se decantó por el fútbol, ya que para introducirse en el motociclismo tenía que ingresar en un centro especializado y no tenía intención de dejar a su familia y amigos atrás.