Llegar hasta la semifinal de un Mundial y caer de pie, es de las mejores cosas que te pueden pasar en la vida. Esto le volvía a ocurrir a Luka Modric, jugador y capitán croata que lo daba todo en un duelo que se medía a la Argentina de Leo Messi. Una situación impotente tras no poder reaccionar a tiempo.
Aunque el balcánico es un tipo con suerte. La vida le ha enseñado muchas cosas, entre ellas, la de disfrutar de lo vivido. El futbolista del Real Madrid es uno de los jugadores más galardonados, y los títulos le han enseñado que también se deben vivir de la mejor manera. Saborearlos y y saber el rédito que tienen cada uno es otra situación pendiente a analizar.
Pero tal y como se aprende en la victoria, en la derrota también se gana. El jefe de la medular blanca, quizá ya está lo suficientemente acostumbrado a ganar, pero en ocasiones la vida te puede dar el mayor de los sopapos.
La trágica historia del jugador balcánico
El jugador de 37 años, lo sabe mejor que nadie y así lo demuestra en cada duelo. Ayer salía ovacionado cabizbajo del estadio, pero bajo su batuta, ha sido capaz de llevar a esta selección dos veces consecutivas a unas semifinales de la Copa del Mundo y la tercera en las seis ocasiones que Croacia disputaba esta competición.
Modric sabe lo que es sufrir. Lo lleva haciendo prácticamente casi toda la vida y no es para menos, cuando pierdes a un ser querido como tu abuelo. Esta es una historia negra que cuenta el jugador en su autobiografía, “Mi partido”.
La sensación es peor que la de perder una semifinal. A este le asaltó una milicia que tenía por nombre SAO Krajina. Estos no solo se cargaron a su abuelo, sino que también hicieron lo propio con seis personas más.
Pertenecían a un grupo paramilitar serbio, del que su país no se quiso hacer responsable. Omitieron esos casos y decidieron correr un tupido velo. Nunca más se supo de todo aquello. Una historia auténticamente trágica.
Modric siempre se verá respaldado
Él y sus hermanas crecieron sin aquel apoyo incondicional, aunque todos los que le conocían siempre llegaron a contar que el patriarca de la familia, le tuvo con una predilección máxima.
Aquel duro golpe, lo tuvo que superar poniendo mucho de su parte, pero su abuelo restaba paciente mirando allí dónde estuviera. El madridista se hizo una promesa única para recordar aquella pérdida tan sentida.
A pesar de conectar con su abuelo en la tierra, este lo hace de forma espiritual. La vida le ha dado numerosas lecciones al bueno de Luka, y esta no le va a detener ahora. A sus 37 años ya ha vivido de todo. No le para nadie, su abuelo siempre seguirá empujando y defendiendo lo suyo.