La llegada de Florentino Pérez al Real Madrid en el año 2000 estuvo en el punto de mira durante mucho tiempo. Fue una época algo convulsa en el equipo blanco ya que la planificación deportiva no acabó de cuajar del todo.
El presidente trató de combinar la llegada de estrellas galácticas con la presencia de canteranos de la casa para acabar de rellenar todos los huecos. Una mezcla de veteranía, experiencia y juventud con hambre de títulos que consiguió sostenerse todo cuanto pudo.
Experiencia y juventud: mezcla explosiva
Con Vicente del Bosque como entrenador, el equipo tomó un rumbo algo incierto. Con Zidane, Figo o Ronaldo a la cabeza, apareció aquel central de la cantera que se convertiría en un lema del madridismo, Paco Pavón.
El entrenador del Real Madrid le propuso como alternativa ante la escasez de centrales. Con la lesión de Karanka, el jugador empezó a entrar en la dinámica del club y formó la zaga con Hierro, un espejo dónde mirarse para el canterano.
Llegó a jugar más de 100 partidos con la elástica blanca. Se convirtió en el símbolo de una generación de canteranos que en los primeros años del siglo XXI. Seguro en el juego aéreo, rápido en ir al corte y con una buena salida de balón, el central disputó 167 partidos en seis temporadas en la primera plantilla.
Del Bosque confiaba mucho en él y eso le hizo permanecer de titular gran parte de la temporada. La afluencia de canteranos en el primer equipo, fue objeto de mofa de la prensa que etiquetó al equipo como, “Zidanes y Pavones”.
A pesar del traspié liguero, consiguieron alzarse con la Champions League. En un partido que Pavón, no llegó a disputar ni un minuto de aquella final.
Orgullo formar parte del madridismo
En muchas entrevistas, el exjugador confesaba que formar parte del propio slogan, le benefició. Se sentía orgulloso. Que fuera el emblema de la cantera, era algo muy destacado para el joven futbolista.
Abrumado y cuestionado por su condición de debutante, supo gestionar muy bien la fama, alejándose de toda polémica que le pudiera perjudicar.
Siempre reconoció que compartir vestuario con estrellas del Madrid Galáctico, fue lo mejor. En un vestuario con tanto talento, es difícil manejar los egos. Algo que para Pavón fue sencillo, ya que nadie estaba por encima de nadie.
Pero tras un año de éxitos, el proyecto del Madrid se iría diluyendo. El equipo se quedó sin garra ni alma, alejado de lo que el público estaba acostumbrado a ver.
Al grupo de canteranos se le exigió una carga de responsabilidad impropia para ellos, que no debían asumir por su juventud y que otros jugadores más destacados para la ocasión no supieron dar. El Madrid se hundió y se necesitó de un cambio de rumbo por completo.
Despedida del Bernabéu
La llegada de otros entrenadores como Capello, le relegaron al banquillo y aquella fórmula para alinear a los canteranos terminó. Pavón dejó de contar para el Real Madrid y salió rumbo al Zaragoza para tratar de reconducir su carrera.
Con 7 títulos en su palmarés, aterrizó en la Romareda para jugar durante tres temporadas. Recuperó su identidad de central con proyección para demostrar que valía para el puesto. Su carrera no fue mucho más allá y terminó en la Ligue 1, retirándose de forma tranquila y alejada de todos los focos.
Actualmente el jugador forma parte de la AFE y colabora con algunos medios de comunicación comentando la última actualidad blanca.