Zlatan Ibrahimovic ha sido uno de los mejores jugadores y delanteros de los últimos años. Ha conseguido rendir a gran nivel en la mayoría de los equipos en los que ha estado y ganar títulos importantes. Sin embargo, el actual futbolista del Milan siempre ha pecado de ser egoísta, egocéntrico e individualista, tanto dentro como fuera del terreno de juego. Nunca ha entendido que el fútbol es un deporte de equipo, y en el Madrid no ha solido contemplar fichajes de ese tipo.
Nadie duda de la inmensa calidad que ha demostrado tener Ibrahimovic durante toda su carrera. Su gran calidad técnica, a pesar de su altura, y su faceta de goleador le han consolidado como uno de los grandes de este deporte durante los últimos años. Un jugador que podría haber triunfado en el Real Madrid sin ninguna duda.
No obstante, en el club blanco nunca ha gustado la personalidad del sueco. Aunque en algún momento se plantearon su fichaje, por este y otros más motivos se echaron finalmente para atrás. El principal es su carácter. Ha sido siempre un futbolista tremendamente egoísta que ha mirado antes por él que por el bien de su equipo.
Ese enorme ego hubiera sido una bomba de relojería en el vestuario madridista. En la plantilla se suele respirar buen rollo entre los jugadores y el cuerpo técnico, y esos aires de creerse Dios y estar por encima de los demás, hubiera sido muy perjudicial para el equipo.
En un equipo como el Madrid, Ibrahimovic hubiera hecho más mal que bien. Aunque hubiera aportado mucho dentro del campo, sobre todo lo que es capacidad goleadora, fuera del campo hubiera sido muy dañino, como se mencionó antes. No hubiera sido bien recibido por los demás compañeros.
No tolera que alguien le frene y le diga que es como los demás. Le pasó con Guardiola en el Barça. El ex técnico culé le puso en su sitio y esto le sentó muy mal. Desde entonces, le hizo la cruz al entrenador catalán, lo que hizo que acabara saliendo del Barcelona después de solo estar un año en la ciudad Condal.
Y a pesar de ser un magnífico jugador y delantero, nunca ha llegado a ser determinante en sus equipos para ganar algo importante. Zlatan ha ganado muchas ligas en casi todos los clubes en los que ha militado, pero siempre se le ha resistido la Champions. Jamás fue decisivo para llevar a la gloria a un equipo, al igual que con su selección nacional. De hecho, se ha perdido varios mundiales y europeos al no dar la talla en momentos trascendentales.