Uno de los futbolistas que más a tono y en mejor forma ha llegado a los entrenamientos del Real Madrid ha sido Eduardo Camavinga. El francés fue una de las sorpresas más positivas del año pasado y es muy querido y admirado tanto por sus compañeros, como por el cuerpo técnico y por el mismo club. Tiene la total confianza de todos ellos, convencidos de que, tarde o temprano, será un referente en el conjunto blanco y uno de los que tendrá que dar el relevo generacional a la ‘CMK’, que tantas alegrías y títulos ha dado durante muchos años.
El exjugador del Rennes se incorporó a los entrenamientos del equipo el pasado sábado 9 de julio, justo un día después del primer grupo que se puso a las órdenes de Carlo Ancelotti, ya que él disputó algunos encuentros internacionales con la selección sub-21 de Francia. No se espera que juegue el Mundial en noviembre y diciembre con la campeona del mundo debido a que siempre ha sido llamado por la sub-21 en los últimos parones de selecciones.
Camavinga ha sorprendido a todos por su gran estado de forma. Ha vuelto como una moto para demostrarle a Ancelotti que es el futuro pero también el presente del Real Madrid, y quiere ser titular y una pieza fundamental en el equipo cuanto antes. La temporada pasada ya dio muestras de ello, siendo el que revolucionó las eliminatorias de la Champions con su entrada al campo y que permitió lograr aquellas remontadas tan épicas que se han vivido este año en el Santiago Bernabéu.
Las tres personas que le han ayudado a llegar como un toro
No es de extrañar que Camavinga se encuentre en tan buena forma física. A la vista está el plan que el centrocampista ha seguido a lo largo de todas sus vacaciones. Y es que allá donde se ha ido el talento galo, a su lado ha tenido a un fisio, un preparador físico para supervisar sus entrenamientos y un cocinero. No es tampoco nada nuevo porque ya los tenía durante su etapa en el Rennes y se los trajo a Madrid cuando fichó por el equipo merengue.
Camavinga tenía mal recuerdo de su primer entrenamiento con el conjunto blanco nada más aterrizar en la capital de España. Hace unos meses confesó en una entrevista que su primera sesión con Antonio Pintus fue un verdadero martirio para él. "En mi primer entrenamiento... Lo pasé mal físicamente. Creo que casi vomité, hicimos muchísimas cosas, pero me adapté".
Será la segunda temporada de Eduardo en Chamartín, y espera seguir con esa línea ascendente. Sabe perfectamente que hay una durísima competencia en el centro del campo y más con la llegada de su compatriota Tchouaméni, pero confía plenamente en sí mismo y en sus capacidades. Además, aún no pierde la esperanza de disputar en Qatar la que sería su primera Copa del Mundo, aunque eso pasa, lógicamente, por tener continuidad con el Real Madrid.