Jude Bellingham se marchó ayer del Sánchez Pizjuán sin mojar, aunque su buena actuación le permitió ser uno de los más destacados del cuadro de Carlo Ancelotti. El inglés también mostró su madurez durante los momentos más tensos del partido, justo al final hubo una tangana en la que tuvo que intervenir.
Y es que corría el minuto 84 cuando una jugada en el área del Sevilla acabó con el portero local en el suelo tras recibir un empujón de Vinicius, un empujón que por otro lado no era tal, pero que acabó con el guardameta por los suelos.
La reacción de los compañeros del Sevilla fue exagerada, sobre todo la de Lucas Ocampos. El argentino se fue directo a por Vinicius hecho un loco, De Burgos firmó otra actuación lamentable y sacó amarilla al brasileño.
El enfado de Vini era tal que Jude Bellingham tuvo que mediar para sacar a su compañero de esa trifulca. El inglés logró calmar a Vinicius, pero el hartazgo de Vini con el árbitro venía de lejos.
Solo hay que recordar lo vivido en el último Clásico de la temporada pasada, o el partido de Mestalla en el que expulsa a Vinicius cuando este estaba recibiendo insultos racistas por parte de todo el estadio.
Bellingham se empieza a dar cuenta de que este es el espectáculo de los que muchos presumen y avalan para decir que es la mejor Liga del mundo. La realidad vivida ayer en el Pizjuán fue otra, aunque Bellingham demuestra que ni así pierde la compostura.